jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Por qué cobrar impuestos a la gente bonita?

A partir de hechos que se han identificado en estudios económicos tales como el que las personas más altas o más guapas perciben ingresos por encima de los chaparros y los feos, Gregory Mankiw en su blog propone una discusión interesante:

¿Cuáles deberían ser los límites redistributivos de un gobierno igualitario preocupado por la desigualdad?

Un utilitarista podría argumentar que mientras que la utilidad de los feos es menor en promedio, la utilidad marginal de su ingreso no es diferente por lo que no habría necesidad de redistribuir a través de criterios basados en la belleza. Sin embargo, dado que la belleza está correlacionada con el ingreso, debería de aplicársele un impuesto, inclusive de acuerdo con la lógica del utilitarismo.

Un planeador social con preferencias igualitarias (es decir, que tenga una función de bienestar social cóncava sobre las utilidades individuales) estaría a favor de gravar la belleza con el fin de compensar a la gente fea para reducir la desigualdad entre ambos grupos.

La mayoría de las personas rechazaría un impuesto a la belleza por absurdo, lo que únicamente demuestra que la mayoría de las personas no comparten los sentimientos morales que normalmente se asumen en la literatura económica sobre los impuestos óptimos y la redistribución.

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