martes, 12 de mayo de 2009

Efectos secundarios

Guillermo Sheridan
Efectos secundarios
12 de mayo de 2009 (Nota publicada en El Universal)

Mi teoría sobre por qué la gente se muere de influenza en México y no en otros lados (además de la desnutrición, claro) es la siguiente: en México la gente se automedica, automedica a sus seres queridos y a quien vaya pasando. Lo único que a un mexicano le produce más alegría que inyectarse dos centímetros cúbicos de Dolobedoinyecta es recomendarle a un amigo que se inyecte tres centímetros de Dolobedoinyecta, pero al grano: directo donde le duela.

El mexicano cree que aprovechar los avances de la ciencia supone emplearse a sí mismo como conejillo de indias. Esto desde luego significa un negociazo para el fabricante de Dolobedoinyecta, para el dueño de la farmacia y para el giro de la pompa fúnebre.

Cuando un mexicano se enferma lo primero que hace es echarse una Coca-cola. Si no muestra mejoría, chupa un limón. Si los resultados siguen siendo insatisfactorios, tiene dos opciones: a) echarse spray “San Judas Tadeo” o, b), proceder a la cirugía experimental. Si nada de esto funciona, acude a la farmacia y compra su medicina fetiche (tener una medicina fetiche es requisito para cargar la nacionalidad mexicana). Esta medicina fetiche suele ser jarabe de azúcar con un nombre persuasivo como Sanadril o Fregoncilina. Luego se la inyecta, aunque venga en presentación ungüento. Y en el caso de los niños es peor, pues se parte del principio de que conviene cambiarles la sangre por antibióticos a la brevedad posible.

La medicina Dolobedoinyecta, por ejemplo, tiene mucha demanda en el mercado de la automedicación porque su nombre está muy bien diseñado: dolo del latín duele, bedo obviamente alude a “beodo”, e inyecta es para incluir en el nombre de la medicina las instrucciones de uso, lo que le ahorra tiempo al paciente. Éxito garantizado, porque además entendemos que toda intrusión de instrumento punzocortante en zona blanda, por ese solo hecho, incluye la garantía. Y en nada colabora que en México, por más específicas y delicadas, y por más advertencias que tengan sobre los efectos secundarios, las medicinas estén en los supermercados, junto a los chicles. Y la frase “requiere receta médica” es como los semáforos: está pero no está.

En esa misma línea, y en estos días aciagos, la creciente publicidad de los laboratorios en los medios de comunicación se dirige al “H. Cuerpo Médico”, pero sobre el entendido de el “H. Cuerpo Médico” somos todos:

—Perdone, señito, o traigo una fibromalgiotitis de origen esponditílico o se me descordinó el neutransmisor angioténsico. Necesito algo de espectro fármaco amplio. ¿Qué me recomienda?

—Dolobedoinyecta. Y oritastá al dos porún.

—Deme cuatro de favor.

(Aquí es importante notar que un día antes la señito trabajaba de cajera en Telmex.) Una semana más tarde, por supuesto, al paciente ya se le dilató, para siempre, lo que es el píloro.

Por último: ¿qué hacer cuando baja la demanda de Fregoncilina? Se aumenta la publicidad, se pone al tres por uno y se le cambia el nombre a Fregoncilina Plus.

jueves, 7 de mayo de 2009

México está en recesión económica: Carstens

El Universal
Ciudad de México
Jueves 07 de mayo de 2009

El secretario de Hacienda refirió que el pronóstico de contracción para el cierre del 2009 es de 4.1%, por efecto de la crisis financiera internacional
El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dijo el jueves que México ya se encuentra en una recesión económica, y anunció que el gobierno estudia posibles cambios legales para que pueda ajustar el presupuesto anual a partir del comportamiento de los ciclos económicos.