viernes, 19 de diciembre de 2008

Ponzi y la regulación

En días recientes se dio a conocer uno de los mayores fraudes de Wall Street, el derivado de la gigantesca pirámide creada por la firma Bernard L. Madoff Investment Securities, el mayor esquema de Ponzi jamás concebido, tal como el FBI y la Securities and Exchange Comisión (SEC) lo han calificado.

El esquema de Ponzi es llamado así debido a Charles Ponzi, un italiano que estafó a miles de residentes en Nueva Inglaterra, en los años veinte del siglo pasado, mediante la inversión en cupones postales que garantizaban un rendimiento seguro y elevado, muy superior al que aportaban la mayoría de las inversiones de entonces, y mucho mayor que el de las cuentas de ahorro.

La garantía de la rentabilidad prometida se basa en el sostenimiento de una pirámide simple en la que los ingresos procedentes de nuevos inversionistas sirven para pagar los rendimientos de los que habían invertido antes. Este esquema ya había desatado un escándalo en México en la década de los ochenta en el que miles de ahorradores se vieron estafados y otro caso reciente es el que se reveló en Colombia en octubre de este mismo año. El problema ocurre cuando todos los ahorradores quieren disponer de sus recursos o cuando no siguen entrando al esquema nuevos inversionistas, no hay fondos para cubrir lo invertido, menos para pagar los rendimientos prometidos.

Para que un esquema de este tipo funcione es necesaria la complicidad entre la avaricia y la estupidez, en los casos referidos anteriormente se dijo que las personas estafadas eran de ingresos medios y bajos y sin una apropiada cultura financiera, pero en el caso de Madoff las víctimas son grandes inversionistas e instituciones, entre los que se encuentran importantes fondos de cobertura, se considera que este es el Ponzi más selecto de la historia por la alcurnia financiera de los involucrados y por el monto, se habla de un fraude de 50 mil millones de dólares, vemos entonces que pesa más la avaricia que el conocimiento.

La figura y prestigio del organizador de este esquema, más los altos retornos prometidos sirvieron de velo para los inversionistas y para los reguladores que no examinaron más a fondo el esquema de inversión, además este fondo se daba el lujo de seleccionar a sus clientes lo que le confería cierto halo de exclusividad.

Quizá el aspecto que debe tenerse más en cuenta a la hora de tomar decisiones financieras es que el retorno prometido representa el riesgo de dicha inversión, a mayor tasa de retorno prometida, mayor riesgo involucrado, nada más con eso en mente, confiar nuestros ahorros a esquemas tipo pirámide dejará de parecernos atractivo. Exceptuando el caso de que nosotros seamos los organizadores de la pirámide.

A partir de este evento se alzaron diversas voces, incluida la del presidente electo Barack Obama para pedir mayor regulación del sistema financiero. La regulación crea una sensación de falsa seguridad, tendemos a creer que mientras más regulada esté una actividad menor será el riesgo de ser estafados, pero de la misma manera que penas más severas no reducen la criminalidad, mayor regulación financiera no reducirá el comportamiento codicioso de las personas, tanto de los que incurren en conductas criminales engañando a las personas como de los que buscan mayores retornos para sus ahorros.

Cada vez que se da a conocer la noticia de una estafa o los malos resultados de una apuesta demasiado riesgosa en los mercados financieros, se escuchan voces clamando por una mayor regulación, yo creo que estos problemas no se originan por la falta de regulación.